Constantemente recibo mensajes de buena onda como "gracias por tu generosidad" o "gracias por compartir", entre otros...

Normalmente vienen acompañados de alguna foto donde hicieron alguna receta que encontraron en mi página... Algunos relatos son verdaderamente conmovedores, ya que para muchas personas una idea, una receta o un tip no sólo representa eso, si no que puede ser el puntapié inicial para comenzar un microemprendimiento.
Para otras es una gota de esperanza en medio de un desierto... Y para muchas, una compañía.
Cuando recibo este tipo de comentarios me pasan dos cosas. Primero me da felicidad de saber a cuantas personas le sirve lo que hago e intento transmitir desde mi cocina y lo valoren al punto tal de tomarse el tiempo de enviarme un mensaje (por cierto, me encanta leer sus historias) . Siento que mi paso por este mundo está valiendo la pena, por más chiquita acción que tome, sin medir el impacto que pueda tener en otros. Me gratifica no solo como profesional si no también como persona.
Pero por otro lado me preocupa saber que estamos agradeciendo algo que debería ser lo común.
Últimamente se habla mucho de la empatia y creo que tiene que ver con eso.
Pero que sentido tiene ver como otros se tropiezan mientras yo puedo ayudar a que no les pase, ya habiéndome tropezado.
Creo que el egoísmo a veces nos nubla la vista y no queremos que haya alguien que "compita" con nosotros o no? Por miedo, por inseguridad, lo que sea...
Hace unos días escuché en una clase de marketing que si la marea sube, no sólo sube nuestro barco, también suben los de los demás. Entonces levantemos la marea, subamosle la vara a nuestro trabajo desde un lugar genuino.
Desarrollemos ideas y subamos los barcos, pero también tiremosle un salvavidas al que la marea lo está tapando.
Construyamos barcos fuertes, grandes y hermosos pero no nos olvidemos que no vamos solas en el mar y sepamos que en algún momento tal vez nosotras también necesitemos un salvavidas.
Con amor

Flor
Comentarios
Publicar un comentario